Los deberes escolares es un tema educativo muy mediático, y casi siempre aparece bajo el mismo enfoque: deberes sí o deberes no. Al igual que sucede con otras noticias, nos plantean el debate como si se tratara de un juicio donde ha de haber un veredicto de culpabilidad o inocencia.Por supuesto, esto no es algo de lo que ahora nos vayamos a extrañar, solo hace falta ver la irresponsabilidad con la que la mayoría de los medios de comunicación, políticos, periodistas, colectivos, etc., tratan a diario otras cuestiones muchísimo más importantes.
Como ya hemos adelantado, el tema suele presentarse en los periódicos o telediarios bajo algún titular al estilo de “deberes escolares sí o no”, “los deberes del colegio son abusivos”, “huelga de deberes”, “el experto fulanito de tal dice que hacer los deberes no sirve para nada”, “los deberes del colegio son un problema para este país”, etc. Luego, se le dedican un par de horas más en alguna mesa redonda y acaba transitando por unos días en las redes sociales.
La cuestión es que durante una o dos semanas se crea un debate mediatizado sobre algo que, en realidad, es un síntoma, no una causa de la enfermedad que padece nuestro sistema educativo. Lo malo es que esta forma tonta y ridícula de hablar de la educación es muy perjudicial, porque va construyendo una cultura fanática en torno a lo educativo y relega a un segundo plano las problemáticas que sí debieran aparecer en los medios, como la escasa inversión y la mala gestión económica, la gran tasa de interinidad o la inestabilidad legislativa.
Además, los deberes no es un tema sobre el que haya tanto que hablar. Lo que ocurre es que los medios de comunicación se las arreglan para centra la disputa en sus bondades y defectos o en algún estudio comparativo. Pero, como veremos a continuación, estas cuestiones tampoco dan para sustentar un debate que aporte gran cosa.
En primer lugar, porque no tiene sentido hablar de forma descontextualizada de los pros y contras de hacer los deberes. Habrá profesores que planteen deberes escolares motivantes y otros que machaquen a sus pupilos copiando; a algunos alumnos hacer los deberes del colegio les ayudará a ser más autónomos y disciplinados, pero para otros será una pérdida de tiempo; en ciertos casos servirán para homogenizar el nivel del alumnado, sin embargo, también hay ocasiones en las que favorecen la desigualdad. Y, así, podemos continuar hasta completar las listas defendidas por ambos “bandos”.
Y en segundo lugar, no es necesario ser un experto en educación para darse cuenta de que el papel que juegan los deberes escolares en la estructura de un sistema educativo es secundario. De hecho, Finlandia y Corea del Sur ocupan los primeros puestos en los informes PISA con unas políticas sobre deberes escolares prácticamente opuestas. Por ejemplo, en Finlandia, se dedica a estas tareas menos de 30 minutos al día. En el país asiático, sin embargo, los estudiantes hacen los deberes en academias, y la cantidad de tiempo que invierten es ocho veces mayor (unas cuatro horas al día).
Como acabamos de ver, el debate sobre los deberes escolares únicamente tiene recorrido si se adoptan posturas maniqueas. Bueno, en realidad, también podría tener sentido si nos centráramos en las causas de que, por ejemplo, los docentes manden muchos o estos sean de escasa calidad. Aun así, bajo ese enfoque los deberes escolares seguirían siendo solamente un punto de partida, que podríamos relacionar con un mayor o menor número de cuestiones relevantes, pero no un tema educativo de gran calado.
Por eso, considero que las peticiones de prohibición, las huelgas y los debates de los que son objeto los deberes no ayudan a mejorar nuestro sistema educativo. Todo lo contrario, pues el enfoque polarizado que se hace de este tema promueve una visión distorsionada e irreflexiva de la educación y, además, impide que los problemas verdaderamente importantes sean temas de actualidad.
Para concluir, me gustaría dejaros con una pequeña reflexión. Actualmente, las teorías con mayor repercusión en nuestros paradigmas educativos son aquellas que abogan por una educación más personalizada, por ejemplo, la Teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner. Esta personalización puede efectuarse a varios niveles, pero, sin duda, los docentes son los agentes educativos mejor situados para llevarla a cabo. Y, precisamente, una de las herramientas con las que cuentan para este fin son los deberes. Por tanto, ¿no será más razonable centrarnos en cambiar otros aspectos más importantes de nuestro sistema educativo y dejar que sean estos quienes decidan en cada caso cuál es la opción más recomendable?
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