Entrevista | José Pedro Aznárez López
⇨ «El currículum que tenemos en Educación Artística es de hace varias décadas. Es un currículum disciplinar. Y en su momento parecía revolucionario: es verdad que tiene muchas cosas interesantes. Pero es un currículum cómodo, sin ideología, muy mecánico, muy fácil de corregir y que no plantea unos problemas morales ni intelectuales importantes».
⇨ «En un mundo donde la mayoría de nosotros somos asalariados, el arte nos permite impulsarnos hacia un tipo de vida mejor, más libre».
⇨ «Saber ver más allá de las imágenes y de los sentimientos más viscerales es imprescindible. Es necesario si no queremos quedar encandilados por la magia del teatro y de sus hábiles comediantes (para los que a veces somos ciudadanos libres, a veces meros figurantes y otras dóciles hooligans). Ser creador, ser crítico, ser artista… es justamente lo contrario: es elegir, es optar, es cuidar… es intentar que el mundo esté abierto a todos, para que todos tengamos la oportunidad de crear nuestras vidas».
Introducción
José Pedro Aznárez es doctor en Bellas Artes y licenciado en Historia del Arte. Enseña artes plásticas y diseño desde 1994; actualmente, en la Escuela de Arte de Sevilla. Hasta 2018 formó parte del Departamento de Didácticas Integradas de la Universidad de Huelva, centro para el que trabajó como profesor asociado durante doce años. También ejerció nueve años como formador de profesores en el Centro del Profesorado de Sevilla. Junto a este desempeño académico, procura cultivar la creación plástica.
Vivir y aprender en «una sociedad del espectáculo»
Significativa: ¿Por qué era tan importante para nosotros como futuros maestros del siglo XXI que entendiéramos el pensamiento de Guy Debord, un filósofo francés de los años 60?
José Pedro Aznárez: Me parece buena pregunta, porque Debord, como veremos luego, es uno de esos pensadores cuyas ideas podría decirse que son casi proféticas. Pero vayamos por partes. Para contestarla no basta con hablar del pensamiento de Debord, debemos hablar primero sobre algo que creo que es importantísimo en la enseñanza: la contextualización. Las programaciones didácticas tienen que estar contextualizadas; tienen que contar con el interés del alumnado; aprovechar los imprevistos, los cambios… Si ayer ardían las calles de Barcelona, nosotros no podemos seguir dando la lección que viene en el libro de texto, tenemos que hablar de lo que ocurre en Barcelona. Y si lo que pasa es una cuestión que afecta a la vida de los niños, aunque no sea de interés mediático, pues eso ha de tener su cabida en el aula. Por tanto, es importantísimo que el maestro sea un gran conocedor de la realidad, en toda su extensión. Y para esa tarea interpretativa que deben afrontar los maestros y maestras, es importante estudiar el pensamiento de Debord; porque en este encontramos una explicación bastante acertada de cómo funciona el mundo hoy día: vivimos en una sociedad del espectáculo.
Significativa: Como exalumno tuyo, evidentemente, tengo el concepto bastante claro; pero me gustaría que se lo explicases a nuestros lectores. Así que… ¿qué es eso de la sociedad del espectáculo?
José Pedro Aznárez: Es uno de los conceptos principales del pensamiento de Debord. Lo desarrolla en un libro que publica en 1967, La société du spectacle. Se trata de un trabajo de filosofía estructurado en sentencias. Una de estas sería algo así: «Lo que es espectáculo es y lo que no, no existe». ¿Qué quería decir con esto Debord? Empecemos ocupándonos del concepto de espectáculo. El espectáculo es aquello que se hace visible para la comunidad y es integrado por esta en su modo de ver el mundo. Y este filósofo francés se da cuenta de que, al final, lo único que va a mover prácticamente las mentes y las conductas es lo que llegue a la palestra pública; por tanto, lo que no esté en dicha palestra, de alguna manera, es como si no existiera.
Por ejemplo, el otro día circulaba por WhatsApp un vídeo en el que eran comparadas dos señoras. Una era Premio Nobel de Medicina; la otra participa en un conocido reality, pero no ha hecho ningún aporte social relevante. A la primera no la conocía casi nadie (y tenía un sueldo diez veces menor que la otra), la segunda era archiconocida. Para finalizar, el vídeo planteaba la siguiente cuestión: «¿Cómo quieres que mi hija quiera estudiar?». Eso es la sociedad del espectáculo. Y lo asombroso es que Debord dibuja el panorama actual a finales de los 60, hace ya más de medio siglo. De ahí mi interés en que conocierais un poco su pensamiento.
Significativa: Entonces, quien decide qué es espectáculo y qué no, tiene el poder, ¿verdad?
José Pedro Aznárez: Claro, eso es otra de las cosas en las que hacía hincapié Debord. Y esto es verdad, hasta cierto punto, claro; porque igual que se ha formado la sociedad del espectáculo, en la que quien controla el espectáculo controla el mundo, también han surgido movimientos y espacios alternativos de resistencia en los que el discurso dominante no funciona o, incluso, es contestado.
Significativa: ¿Te refieres a redes sociales como Facebook, Instagram, YouTube…?
José Pedro Aznárez: Bueno… En realidad, gracias a ellas lo que hemos hecho todos, en mayor o menor medida, es convertir nuestra propia vida en una fachada, en parte del espectáculo. Cualquiera de mis estudiantes o, incluso, de mis hijas está en un sitio y diez segundos después eso está visible en estas plataformas. Lo que supone que la gente viva todavía más en las pantallas. Por tanto, casi la totalidad de lo que hacemos en la vida se convierte en un teatro, en una actuación. En este sentido, es un poco el Gran Hermano, pero sin el Gran Hermano: no necesitamos tener la certeza de que alguien nos controla, porque nosotros mismos nos encargamos de ejercer ese control.
Significativa: Entonces, realmente, nosotros no tenemos el poder; aunque esté en nuestras manos decidir si hoy hago espectáculo de esto y mañana de otra cosa…
José Pedro Aznárez: No exactamente: es evidente que la mayor parte del poder está en manos de una minoría (los grandes grupos empresariales, ciertos estados, determinados activismos ideológicos no siempre explícitos…); pero, aun así, nosotros podemos decidir no jugar a ese juego o jugarlo de otra manera. Además, Internet también permite establecer espacios de resistencia y transgresión. Sin embargo, es conveniente plantearse hasta qué punto esos espacios son realmente eficaces o solo son una más de las válvulas de escape que genera el capitalismo para que todo siga igual sin que la gente sea consciente de que permanece en el redil.
Significativa: Y desde la escuela, ¿qué se puede hacer para conseguir que nuestros pequeños y pequeñas crezcan siendo un poco más libres?
José Pedro Aznárez: Muchísimo. El problema es que, para conseguirlo, primero tenemos que cambiar la escuela. Empezando por el concepto de escuela en sí, que tiene sus raíces en la Revolución Industrial. Se trata, por tanto, de un concepto obsoleto, que propone una escuela enfocada únicamente en la formación de técnicos útiles. Yo creo que la escuela debe servir para instruir, para capacitar a la gente para su trabajo; pero también debe formarnos como ciudadanos.
También ha de haber un cambio en nuestro sistema educativo. Pero no el tipo de cambio que promueve el partido político de turno cuando llega al poder, que lo único que persigue es instrumentalizar la escuela para construir una nueva sociedad acorde a su ideología. Si nuestro objetivo es conseguir una escuela que eduque en libertad, las transformaciones tienen que ser estructurales, deben tocar todos los elementos que conforman nuestro sistema educativo.
Significativa: ¿Y en qué consistirían esas transformaciones?
José Pedro Aznárez: A ver… Se trata de un tema bastante amplio…
Significativa: Bueno, ocupémonos de las transformaciones relacionadas con tu área. ¿Cómo se tendría que trabajar en el área de Educación Artística [EA] para conseguir una escuela de libertad?
José Pedro Aznárez: De acuerdo. Antes de nada, me gustaría recalcar la importancia que tiene (o debería tener) la Educación Artística en esta transformación de la que hablamos. De hecho, se trata de un área desde la que se pueden desarrollar capacidades importantísimas en la formación de ciudadanos, y también de trabajadores (así que todos contentos…). Porque un pensamiento forjado con los medios que da el arte te permite reaccionar y cambiar con mucha facilidad. Además, se trata de un pensamiento divergente; algo importantísimo en la formación de ciudadanos libres y en la de profesionales creativos (seguramente, los que en un futuro serán más demandados).
Luego, como adelanté al principio, los docentes deben conocer la realidad en la que vivimos; para ayudar a que nuestros niños, adolescentes y jóvenes entiendan el mundo en el que viven. Es decir, para que sean conscientes de que vivimos en la sociedad del espectáculo, de que todo es una actuación, una construcción social (para cambiar el mundo, primero hay que ser consciente de dicha construcción). Y ahí el profesor de arte tiene mucho que decir, ya que parte del éxito de la construcción actual se sustenta en el hecho de que esta es una construcción esencialmente estética.
Y no es por casualidad, el arte es una de las primeras formas de construcción social de la humanidad. Cuando el hombre de las cavernas se inventa todo un panteón de dioses-animales, los pinta y les enseña a sus hijos y descendientes que eso es el más allá, está construyendo la realidad, y también está indicando quién manda y quién no manda.
Hablamos de algo que sucedía hace decenas de miles de años. Pero ocurre que, en la actualidad, todo esto ha esto se ha convertido en algo abrumador. El arte ha multiplicado su rango de acción. Por tanto: hoy día, saber de estética es fundamental. Paradójicamente, la sociedad actual es de las que menos sabe de estética.
Significativa: Perdona que te interrumpa… todo esto de ayudar a que los niños y jóvenes sean conscientes de que viven en la sociedad del espectáculo me recuerda a lo que Morfeo hacía con Neo en Matrix (o al mito de la caverna de Platón). Con la única diferencia de que Morfeo es un héroe de ciencia ficción y tenía superpoderes. [Risas].
José Pedro Aznárez: [Risas]. Bueno, los métodos son muy diferentes; pero sí es verdad que también se trata de una tarea complicadísima, en la que el docente ha de estar totalmente comprometido y en constante formación. Y lo anterior no siempre se cumple. El problema es que cuando he hablado de esto en público a veces me ha costado muchos disgustos, porque la gente se siente muy ofendida: «Yo he estudiado mi carrera, yo he hecho mi doctorado…». Vale, pero eso no basta: tú puedes ser un excelente grabador, un magnífico escultor o un gran creador de vídeos; pero eso no significa que estés capacitado para entender la Educación Artística desde el punto de vista que la sociedad actual requiere. También hay que leer mucho, estar al día de lo que ocurre a pie de calle, de la actualidad, hacer cursos de formación…
El problema es que los sistemas públicos de educación tienen la formación del profesorado bastante descuidada: es cara y voluntaria (en casi todos los niveles), conque tiene poco éxito. El tiempo que yo estuve en la red del profesorado siempre participaban los mismos: era gente extraordinaria; pero, de los 10 000 potenciales alumnos que teníamos, había varios miles que no aparecían nunca. Con ese déficit de formación es muy difícil que el propio profesorado cambie las cosas.
Significativa: Sí, hay algunos docentes que no se toman bien las críticas. Enseguida piensan que se les está acusando de trabajar poco o de hacerlo mal. Y no se trata de eso; lo que debemos asumir es que enseñar hoy día es complicadísimo y necesitamos estar excelentemente preparados.
José Pedro Aznárez: Exactamente. Yo soy profesor y comprendo lo complicada que es a veces la situación en las aulas. Pero eso no puede convertirse en una excusa para eludir nuestra responsabilidad. Si necesitamos ayuda, no podemos renunciar, por ejemplo, a la que se nos brinda desde los centros de formación del profesorado.
Significativa: Por cierto, hablando de ayuda, ¿qué pueden hacer los padres y madres para colaborar con el área de Educación Artística?
José Pedro Aznárez: Pueden colaborar de muchas maneras. Por ejemplo, un compañero mío de la Escuela de Arte de Huelva, José Luis Rosado, ya me contaba hace muchos años de que veía estas teleseries terroríficas para adolescente con sus hijos. Y luego hablaba de la serie con ellos. Esta es una excelente actividad. ¿Cuál es el problema? Ellos tienen sus tiempos, los padres tienen otros tiempos diferentes, ahora mismo los críos tienen un acceso a las pantallas casi incontrolable, etc.
Significativa: Entonces, ¿si los acompañamos y hablamos con ellos de lo que están viendo, lo que pasa en las pantallas les hace menos daño?
José Pedro Aznárez: Sí, pero también tiene que haber cosas prohibidas. Es decir, no podemos exponer a una criatura de seis años a ciertas cosas. Y no me refiero tanto a que haya genitalidad explícita, sino a cómo esa genitalidad explícita se vehicula en la película. Es decir, porque los niños sepan con siete años que las personas mayores se aparean y mantienen relaciones sexuales, no pasa nada. Ahora, si esas relaciones sexuales que ven en la pantalla son brutales y esconden roles de poder, sesgos machistas, tienen que ver con un concepto del cuerpo empobrecedor, con un concepto de la persona empobrecedor… Por eso las revistas o las teleseries para adolescentes son tan peligrosas, por los conceptos que transmiten de las relaciones de pareja, el sexo, el cuerpo, etc. O, incluso, los que difunden algunos dibujos animados: recordarás que comentamos en clase los dibujos de Mazinger Z, unos dibujos totalmente sexistas y racistas.
Entonces, si tienes tiempo para compartir tiempo de tele con tus hijos, mejor. Siempre teniendo la precaución que marcaba ya Fernando Hernández: no puedes discutir sus políticas de placer. Es decir, si a mi hija le gusta Operación Triunfo, yo no puedo observar que ese programa es un bodrio, tengo que dejarla ver OT y que disfrute de OT. Luego, ya veré cómo hablo de esos gustos sin que ella se sienta cuestionada; y esto es muy complicado. ¿Cómo le cuentas a un niño pequeño que Doraemon transmite una ideología de género brutal y llena de complejos? ¿Cómo le explicas que con Phineas y Ferb ocurre tres cuartos de lo mismo? La verdad es que charlar con ellos de estas cuestiones sin que se sientan cuestionados es realmente difícil. Pero hay que intentarlo.
Significativa: Claro que sí. A ver, hemos hablado del concepto de escuela, de la formación del profesorado, de lo que se puede hacer desde casa… ¿Qué más? ¿Qué otros cambios son necesarios en el área de Educación Artística?
José Pedro Aznárez: El currículum. El currículum que tenemos en Eduación Artística es de hace varias décadas. Es un currículum disciplinar. Y en su momento parecía revolucionario: es verdad que tiene muchas cosas interesantes. Pero es un currículum cómodo, sin ideología, muy mecánico, muy fácil de corregir y que no plantea unos problemas morales ni intelectuales importantes. Además, se centra en el lenguaje visual, que es útil para hablar de estética, pero no es la estética.
Por tanto, todas las corrientes nuevas que se vienen produciendo desde los años 90 en Educación Artística, desgraciadamente, no han llegado a los docentes. Y se han publicado títulos fundamentales. Están los aportes de Imanol Agirre, Fernando Hernández, Ricardo Marín, J. Carlos Arañó, María Dolores Callejón Chinchilla… Y eso no lo lee nadie. Recuerdo que hace muchos años, cuando era formador de profesores en el Centro del Profesorado de Sevilla, trabajábamos estas nuevas ideas con el profesorado novel; pero un día una de las alumnas vino a decir algo así: «Esto que decís es verdad, pero supone tanto trabajo y es tan cómodo el libro de texto…». Y ahí se acabó la discusión.
Significativa: Vaya, con esa actitud… Por cierto, ya que ha salido el tema de los libros de texto, ¿las editoriales no podrían hacer programaciones acordes con esa idea de Educación Artística de la que estás hablando?
José Pedro Aznárez: Las editoriales no están por la labor. Te puedo dar detalles, sé muy bien de lo que hablo. Hace unos años tuvimos una oferta de una editorial muy importante para hacer su libro de texto… Era un proyecto en el que yo estaba muy implicado, pero al final lo dejé, porque la editorial tenía tan cerrado el camino por el que debíamos ir que no tenía margen para desarrollar los planteamientos educativos en los que creo. A las editoriales no le interesa otro tipo de Educación Artística. Es mucho más cómodo tener un libro de fichas, que se pinta y se rellena y que es necesario comprar cada año.
Significativa: De hecho, cuando publican una nueva edición de un libro de texto, lo que hacen es meterle un lavado de cara a la edición anterior.
José Pedro Aznárez: Cierto. Además, durante mis últimos años en la Universidad de Huelva, estuvimos analizando con los alumnos los libros de texto. Y observamos que respondían a modelos educativos que tenían hasta cien años; los más avanzados estaban en el modelo del lenguaje visual, que es un modelo que llegó a nuestro país en los años 80. De lo que se ha hecho después, no había en los textos prácticamente nada. Y, como has apuntado, de una edición a otra lo que toca es un lavado de cara.
Significativa: Tampoco proponen el aprendizaje a través de proyectos de trabajo [PDT]…
José Pedro Aznárez: Claro. Pero es que plantear un PDT, un proyecto de investigación o una inmersión temática en un libro de texto es muy complicado. Ojo, que yo no creo que esté mal usar el libro de texto. Como material auxiliar, está bien. Antes más que ahora: cuando no existía Internet, para muchos niños y niñas eran los únicos textos de historia, literatura, matemáticas… que había en sus casas eran los que aparecía en los libros de texto. De todas formas, es verdad que puede ser un referente. Y estoy de acuerdo con que un buen libro de texto resulta de utilidad; pero la programación la tiene que desarrollar el profesor de principio a fin. Como decíamos al comienzo de la entrevista, si ayer ardían las calles de Barcelona, nosotros no podemos seguir dando lo que venga en el libro de texto, tenemos que hablar de lo que pasa en Barcelona.
Significativa: Además, el protagonismo de los libros de texto en esta área difunde una idea muy pobre de lo que es la Educación Artística. Y creo que estarás de acuerdo en que, para transformar la escuela, también habría que ayudar a que la gente cambie su visión sobre la Educación Artística y el arte, ¿no?
José Pedro Aznárez: Efectivamente. Ambos son temas sobre los quería hablar. Si te parece, nos ocuparemos primero del arte.
El concepto de arte que nos ha llegado se inventó hace apenas dos siglos. Se trata de un concepto elitista, donde el arte es un lujo de las clases superiores. ¿Por qué se construye así? Porque, a finales del siglo XVIII y durante todo el siglo XIX, se produce una fuerte transformación social: la Revolución francesa, la Revolución estadounidense, las primeras democracias liberales europeas… Entonces, la aristocracia, ante el auge de la burguesía, se refugia en el arte, en un intento de mantener su estatus. De hecho, al principio, se adueña del arte: es la que entiende de música culta, la que mantiene a los grandes pintores. ¿Qué hace entonces la burguesía? Acaba imitando a la aristocracia, y esto acaba propiciando lo que se llama la explosión del gran arte burgués del siglo XIX. Por tanto, lo que hasta ese momento era un fenómeno popular (compartido por todo el mundo, en el que el artista no tenía un estatus tan elevado) se transforma en la idea de arte que conocemos hoy día.
¿Qué supone este nuevo concepto de arte? Por una parte, se ve al artista como un ser especial, como alguien que tiene unas dotes excepcionales. Con lo cual, si para hacer arte hay que ser un genio (y genios hay muy pocos): ¿para qué vamos a dar Educación Artística? Por otra parte, el que el fenómeno artístico se haga aristocrático y artificial propicia que las obras de arte abandonen los espacios populares y acaben encerradas en los museos y las galerías de arte (donde no va nadie o la gente que va es muy especial). Todo esto separa a la gente del fenómeno artístico, algo que, en realidad, es inherente a nuestra especie: el arte nace con la humanidad (tenemos arte desde los principios de la humanidad).
Y, obviamente, lo anterior influye negativamente en el concepto que tenemos de Educación Artística. Una verdadera pena; porque, a través de esta, se pueden trabajar cosas que difícilmente seríamos capaces de aprender en otras áreas. Por ejemplo, el arte no solo nos ayuda a mirar, a darnos cuenta de las representaciones, a tener una educación estética… también nos ayuda a ser capaces de llevar adelante procesos creativos que tienen los medios plásticos como vehículo. ¿Por qué esto puede ser importante? ¿Es que tenemos que ser pintores? No, no tenemos que ser pintores (podemos serlo si queremos, claro está). Pero sí tenemos que ser capaces de manejar los medios visuales igual que manejamos el lenguaje, entre otras cosas porque nos expresamos con ellos. Cuando subo una foto a Facebook, me estoy expresando con un medio visual; cuando hago un reportaje de fotos de un viaje que he hecho, igual; cuando me visto, me estoy convirtiendo en un escaparate. En cierto modo, no somos artistas de obras de arte de museo; pero sí somos artistas, y lo somos en todo momento.
La Educación Artística me va a permitir cambiar y trabajar todo esto con conocimiento y método; y, como decíamos más arriba, desarrollar capacidades que es complicadísimo trabajar en otras asignaturas como Matemáticas, Lengua, Educación Física… Capacidades que, de hecho, vamos a necesitar cada vez más. Es más, como decía Vigas Lunas: en el siglo XXI, quien no sea capaz de expresarse a través de lo visual será un analfabeto.
Luego, hay un concepto que es muy antiguo, pero que se sigue actualizando. El último al que se lo leí fue a Zygmunt Bauman: «Somos artistas de nuestra vida». Es decir, somos creadores de nuestra vida. El arte nos ayuda a entender cómo podemos construir nuestras propias vidas, cómo podemos transformar la realidad. Cuando Van Gogh pinta un cuadro, el paisaje que él está viendo en el siglo XIX ya existe. Pero ¿por qué nos interesa tanto Van Gogh? Porque coge algo que ya existe y que todo el mundo ha visto antes y nos lo hace visible de una manera diferente. Es capaz de transformar la realidad y hacerla más interesante.
Además, el arte nos sirve para tomar conciencia de comunidad, hace que la gente aprenda a tolerar visiones diferentes de la realidad; todo lo contrario de lo que hacen los medios homogeneizadores de la cultura visual.
Significativa: Y fomenta una visión crítica de la realidad, ¿no?
José Pedro Aznárez: Sí, la Educación Artística facilita que el alumnado tenga una visión crítica o, al menos, interpretativa. A mí me interesa mucho la visión crítica, pero es verdad que no todo el mundo quiere mirar de esa manera.
Significativa: ¿Qué diferencia hay entre una y otra?
José Pedro Aznárez: La visión interpretativa, en el fondo, es una visión crítica, pero sin esa carga consciente de crítica. ¿A qué me refiero? Estoy a lo mejor andando en arenas movedizas… Aunque no actúes con un espíritu crítico, cuando tú te das cuenta de que eres capaz de interpretar de otra manera, eres capaz de relativizar lo que estás viendo. Ese es el primer paso para ser crítico. Es decir, a lo mejor no puedo pretender que un alumno de siete o diez años analice el modo en el que el capitalismo construye una visión del mundo cuyo objetivo es el consumismo salvaje o que el concepto que tiene de su cuerpo está siendo manipulado desde que es pequeño. Pero sí puedo hacer que él se dé cuenta de que hay mirar de maneras diferentes. Eso hará que con 10 años tenga, por ejemplo, una visión diferente de lo que es la pubertad; y que, cuando sea un adulto, ya esté acostumbrado a mirar de una manera distinta. Por tanto, aprender desde que somos pequeños a mirar de modos distintos nos permitirá desarrollar una mirada crítica y un pensamiento divergente cuando seamos mayores.
Significativa: Por lo que dices, los que mandan deben ser los primeros interesados en que no haya una Educación Artística de calidad, ¿no?
José Pedro Aznárez: Por supuesto. Pero, además de esta faceta desalienante, el arte nos ayuda en otros aspectos de la educación ciudadana y del crecimiento personal. Por ejemplo: estas señoras que van al aula de pintura y te pintan un bodegón poniendo en lo que hacen todo su cariño y esmero nos enseñan que aquello en lo que vertemos nuestro deseo, nuestro interés y nuestro amor se convierte en algo importante para nosotros. En este sentido, una de las ideas más interesantes que leído últimamente sobre el arte es de Marián López Fernández Cao: «El arte enseña a cuidar». ¿Y por qué esto es tan importante? Porque vivimos en una sociedad donde nadie cuida nada. Todo es de usar y tirar. Y tampoco cuidamos unos de otros. Entonces, el arte nos ayuda a recuperar esa sociedad compasiva y solidaria.
El arte, además, te enseña a amar lo que estás haciendo y a ser dueño de lo que tú haces. Y esto de ser dueño también es muy importante, en varios sentidos, te diré dos. Por un lado, te ayuda a sentirte responsable de lo que haces (y ser responsable de tu vida es fundamental). Por otro lado, el arte frena la proletarización. El proletario no es dueño del fruto de su trabajo, el dueño es el empresario o el estado. Con lo cual, al final, como decía Marx, acaba alienado. El arte evita esto. Porque como el artista es dueño de lo que hace, evita esa alienación. Cuando tú pintas, cuando tú fotografías, cuando tú escribes un relato, cuando tú creas música… esas obras van a ser tuyas siempre; aunque cedas los derechos de autor, lo que sea, pero son tuyas.
Esa noción de que lo que yo hago está unido íntimamente a mi vida es fundamental: en un mundo donde la mayoría de nosotros somos asalariados, el arte nos permite impulsarnos hacia un tipo de vida mejor, más libre. Porque, cuando somos capaces de producir algo propio y de tener un discurso autónomo, empezamos a entender cómo están hechos los otros discursos, cómo todo lo que nos rodea forma parte de esa construcción interesada, de ese relato del que hablábamos antes. No hay realidad que no haya sido ideologizada, reconstruida o, directamente, construida por alguien. Todo está tamizado o fabricado por la cultura en la que vivimos, hasta lo más básico, como ha repetido a menudo Edgar Morin.
Lo importante es hacernos conscientes de ello. Y también reconocernos como constructores, como autores; como personas que tienen poder para mirar y para «ver»: ¡no solo para mirar, tragar y consumir!
Por ejemplo, cuando arden las calles de Barcelona podemos ver cómo se manipula el espacio público para conseguir crear imágenes de impacto, las cuales se abren un gran hueco en los imaginarios colectivos y en el proceso de construcción de lo real. Si esas calles ardiendo dan miedo es, sobre todo, porque sabemos que la realidad que persiguen construir no es ingenua. No solo es cuestión de «sentimientos» o de «pertenencias» (de hecho, también los sentimientos y las pertenencias están mediatizadas por los intereses de unos pocos): lo que vemos es cómo nuestras vidas están, en cierta manera, al servicio de los relatos de poder; cómo nuestros sentimientos están trufados de cuestiones que no son nuestras; cómo la sociedad del espectáculo, aliada con el poder de la sociedad digital, es siempre un campo de batalla.
Saber ver más allá de las imágenes y de los sentimientos más viscerales es imprescindible. Es necesario si no queremos quedar encandilados por la magia del teatro y de sus hábiles comediantes (para los que a veces somos ciudadanos libres, a veces meros figurantes y otras dóciles hooligans). Ser creador, ser crítico, ser artista… es justamente lo contrario: es elegir, es optar, es cuidar… es intentar que el mundo esté abierto a todos, para que todos tengamos la oportunidad de crear nuestras vidas.
Estupenda entrevista. Enhorabuena al entrevistado y al entrevistador.
Gracias, me alegro de que te haya gustado. Un saludo.